“… El que esté libre de pecado que tire la primera piedra… Tampoco yo te condeno. Vete y no peques más.” del Evangelio según San Juan.

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Reconocimiento a D. Eugenio Valero


Este sábado hemos rendido homenaje en el auditorio José Martín Recuerda de la Casa de la Cultura de Almuñécar a nuestro párroco, Eugenio Valero López, nombrándole Hijo Adoptivo de la ciudad

El acto fue multitudinario, emotivo y entrañable. Todos los participantes que tomaron la palabra destacaron la figura de Eugenio Valero como persona y por su obra llevada a cabo a los largo de 30 años que lleva al frente de la parroquia almuñequera.

D. Eugenio se hizo almuñequero desde el primer día en que tomó posesión como párroco, pues como dijo su amigo José Moreno Dávila desde ese día se identificó con los problemas de sus gentes, también intervinieron el alcalde de Churriana de la Vega, Vicente Valero, ciudad donde nació el homenajeado destacando la calidad humana y su afán de ayuda a los demás, y en representación del arzobispado de Granada el Vicario, Blas Gordo Jiménez.

En el momento de la entrega de su nombramiento, el alcalde de Almuñécar, Juan Carlos Benavides, destacó las muchas virtudes que posee nuestro Párroco desde hace 30 años. «Ha sabido abrir la parroquia de par en par a todos, los que creían y los que no, y especialmente a los que necesitaban de su ayuda», a lo que nuestro párroco contestó diciendo que estaba muy feliz porque esto demuestra la gran sintonía que siempre ha existido entre el pueblo y su labor como sacerdote, amigo y vecino.

Tras este emotivo acto se le hizo entrega de un pergamino de Hijo Adoptivo  y recibió durante minutos el aplauso de todos los que allí nos encontrábamos presentes, inaugurándose posteriormente un monolito a las puertas de la Parroquia de la Encarnación, en cuya plaza puede leerse que desde ahora y para siempre, D. Eugenio Valero López, Párroco de Almuñécar es también “hijo adoptivo” de esta ciudad.

El Lienzo de la Verónica


El Lienzo de la Verónica, es supuestamente una reliquia donde quedó impresa la cara de Jesús cuando este se limpió su sudor mientras cargaba con la cruz. 

Se ha asumido que la imagen es de Jesús por su expresión calma, con ojos abiertos, barba y bigote. A pesar de todo, la historia del paño es incierta. No se supo nada del mismo después de la crucifixión, hasta que supuestamente fue llevado a Roma en 1297. Los lugareños de Manoppello en Abruzos mantienen que el icono les fue entregado por un peregrino cuando vagaba por la zona hace 500 años.

En la actualidad el pañuelo se exhibe en el monasterio de la ciudad en un cuadro de cristal con marco de oro. La imagen muestra claramente el semblante de un supuesto Cristo, y lo curioso es que en cuanto le incide la luz solar, este rostro desaparece. El paño de la Verónica ha sido un atractivo turístico para los fieles que lo tienen como una reliquia santa.


En 1999 los científicos de la Universidad de Bari en Italia divulgaron que la imagen del velo no había sido pintada ni realzada en el mismo de ninguna manera que pudiera conocerse.

Santa Verónica es recordada por su gesto compasivo hacia Jesús en su camino al Calvario. Mientras que unos le agredían y otros permanecían indiferentes ante tanta crueldad, ella se le acercó y le enjugó el rostro con su velo. Aquel divino rostro, cruelmente golpeado, ensangrentado y sudoroso suscitó en el corazón de Santa Verónica la misericordia, entregando a Jesús en aquel momento un amor que casi todos le negaron.  

Poco sabemos de la vida de Verónica y su acto de amor no aparece en las Sagradas Escrituras, pero sabemos que fué una mujer de gran valentía, ya que su acto de amor le podría haber causado una peligrosa reacción por parte de los romanos o de las turbas, y fue una mujer de gran compasión porque venció todo miedo y decidió amar en medio de una multitud movida por odio e indiferencia.

El Lienzo de la Verónica está en el Santuario del Santo Rostro, en Manoppello, Italia desde el comienzo del siglo XVI. Posiblemente fue robado de la Basílica de San Pedro mientras estaba en construcción. Benedicto XVI fue el primer Papa en visitar el santuario en Manoppello en Septiembre de 2006.
Tras trece años de investigaciones sobre el "velo de la Verónica" (el que, según la tradición, utilizara para enjugar el rostro de Cristo camino del Calvario), el prestigioso historiador alemán P. Heinrich Pfeiffer S.J. certifica su autenticidad. 

Según Pfeiffer, el rostro de Cristo que aparece en el velo de la Verónica (hoy conservado en Manoppello, Italia), se sobrepone perfectamente a la imagen de la Sábana Santa de Turín:

Los trazos son los mismos: rostro oval ligeramente redondo y asimétrico, cabello largo, un mechón de cabellos sobre la frente, la boca ligeramente abierta, la mirada dirigida a lo alto; rasgos que influyeron en toda la iconografía de Cristo en los siglos posteriores.

Entre los exámenes a los que ha sido sometido el Velo de la Verónica destacan las fotografías digitales realizadas por Donato Vittore, experto de la Universidad de Bari, así como las observaciones bajo luz ultravioleta que confirman la inexistencia de pintura sobre el paño. En efecto, la densidad del color del rostro es muy fuerte sobre el tejido blanco casi transparente, pero estas tomas digitales dejan bien a las claras que no hay pintura. No puede, por lo tanto ser la obra de un artista. 

Además, en el rostro se observan dos manchas que bien pudieran corresponder a la sangre que pudo haberse impregnado en las fibras del tejido.